Escenas
El café envenenado
En esta escena no parece que vaya a suceder mucha cosa. Todo en el saloon está tranquilo, con los personajes estáticos, y el espectador no sabe por dónde pueden ir los tiros.
Entonces llega el momento que desencadena los acontecimientos: la prisionera hecha veneno en el café del lugar, ayudada (aunque esto se sabe luego) por uno de los hombres que ya había ahí. Daisy, que va atada a La Orca, le pide que le suelte porque quiere tocar la guitarra, y este acepta, advirtiéndole que si hace un movimiento extraño le mata. Entonces, mientras ella toca la guitarra, La orca y el cochero se sirven café y se lo toman agradablemente.
De un momento a otro, todo se revoluciona: los dos hombres empiezan a vomitar sangre, de una manera muy sádica, al más puro estilo Tarantino. Nadie sabe que pasa hasta que La Orca cae en la cuenta: el café está envenenado. El sheriff, que iba a servirse una taza, la lanza bruscamente al suelo, y después la acción se enfoca en la pelea de La Orca y Daisy, su prisionera, que a todo esto ya estaba atada otra vez al brazo de su cazador. Durante la persecución, por el suelo, dada la dificultad del viejo hombre de soportar esas arcadas, hay una escena memorable y bastante desagradable, que es cuando La Orca vomita toda la sangre en la mismísima cara de Daisy, que estalla en una frenética carcajada. Entonces ella recoge una pistola del suelo y le dispara en el pecho, matándolo al instante.
