Ezequiel 25:17
Escenas


El momento de Ezequiel 25:17 es una de las escenas más famosas de Pulp Fiction. Vincent y Jules (John Travolta y Samuel L. Jackson) entran en un apartamento donde cuatro jóvenes escondían un valioso maletín. Los dos protagonistas saben de sobra que esos chicos trabajaban para Marsellus Wallace, (el mafioso con más autoridad de toda la película) y por eso se llevan el maletín, no sin antes matar a balazos al que parecía el cabecilla del grupo.
Lo que hace atractiva a la escena es lo desconcertante que resulta. No conocemos a Marsellus más que por las conversaciones entre los dos personajes principales. Hablan de su mal genio y de lo protector que es con su mujer. Sabemos que es negro porque lo dice la propia víctima del apartamento, pero nada más. Tampoco conocemos a ninguno de los cuatro jóvenes, ni lo que hay dentro del maletín, cuya clave de desbloqueo es 666 y desprende un brillo que incluso parece demasiado reluciente para ser lingotes de oro. Más importante aún, es que ni siquiera conocemos a los protagonistas. O quizás sí.
Van de traje negro y se pasaron un buen rato hablando de chorradas, justo antes de cometer el crimen: los nombres de hamburguesas en EEUU y Europa, el uso de la mayonesa en las comidas, los episodios piloto, la diferencia entre masajear los pies y hacer sexo oral a una mujer… Quizás en 1994 los que no conocían Reservoir Dogs se sorprendieron mucho al ver la película, pero los que la conocían sabían perfectamente que los protagonistas eran el mismo tipo de gángsters, solo por la similitud de las conversaciones. De nuevo vemos aquí el gusto de los asesinos por hablar de temas mundanos y obscenos justo antes de mancharse las manos de sangre.
Al entrar en aquel piso es curioso cómo los cuatro jóvenes se mantienen callados, distantes, y hacen caso de todo lo que le dicen los criminales. Es como si supiesen de sobra el dramático destino que les espera. Dejan que Vincent coja el maletín con tranquilidad, mientras Jules pronuncia todo lo que le apetece. Se come la hamburguesa y el sprite de uno de ellos, rebosando cinismo, y luego le interroga de forma rara, añadiendo desconcierto al miedo de su víctima. Entonces, cuando ve que tienen lo que querían y que esos tipos están totalmente indefensos, recita el pasaje de la Biblia, que es ficticio en su mayoría, y lo mata.
Tarantino dibuja así a unos asesinos a sueldo que se recrean en sus víctimas. Que no aguantan sin sermonearles antes de acabar con sus vidas. Pero al contrario que otros directores, este escoge diálogos sobre temas mundanos, pues estos trajeados no son unos intelectuales. Pulp Fiction es humor. En ningún momento pretende enseñarle a la humanidad el sentido de la vida, la justicia u otros valores. No pretende educar ni deseducar, solo entretener por medio de la violencia, a sabiendas de que todo ser humano posee cierta agresividad en su conciencia y quien lo niega, miente.
El hecho de que Pulp Fiction sea comedia queda clarísimo, por ejemplo, cuando aparece el cuarto joven del apartamento, por sorpresa, disparando contra los protagonistas y falla todos y cada uno de los disparos. Este hecho se ve más hacia el final de la película, pues la escena está dividida en dos partes. También es importante mencionar que la ausencia de música en esta escena la dota de un tono ridículo, por los silencios incómodos. Con alguna melodía, fuese cual fuese, la escena habría sido muy diferente. Probablemente más ágil y de menor suspense.